viernes, 5 de diciembre de 2008

"Siddhartha" de Hermann Hesse

Siddartha es un libro adecuado para esos momentos, tan frecuentes verdad, en los que estás enfadado con el mundo. Siddhartha te reconcilia, y te espera pacientemente hasta la próxima.
Te aporta cierta calma interior
Om
En la antigua India el joven Siddhartha, como todos nosotros, se preguntaba como se alcanzaba el dominio del Yo. Cómo controlarlo. Alcanzar la palabra sagrada.
Om
Con la acumulación de sabiduria vió pronto que no. Ancianos brahmanes, sabios y venerables, hasta la muerte seguían acumulando sabiduría. Si siguen buscando, pensó, es porque no han encontrado aún.
Anulando al Yo, dándole martirios, privándole de comida y bebida, incluso de ropas contra el frío, tampoco pareció ser la solución. Era como beberse toda la cerveza de la India. Al despertar de la borrachera, el Yo seguía alli. Aún sin sentir hambre o frío, antes o después, el Yo volvía a gemir como una quejumbrosa maquinaria.
Con los placeres carnales, pronto el Yo chirria, más que nunca, nunca tiene bastante este Yo.

Bajo un árbol creyó hallar la solución
Ayuno, silencio, poner bajo el listón.
El pasado volvió a él, a los que quería,
y por ellos sufría.
Om
Aprendió a relativizarlo todo. Lo que hoy es tan importante, tal vez mañana no lo sea tanto. Nunca es tarde para cambiar algo torcido.
Sobre todo, que Siddartha era Siddartha, y los demás no lo eran, y no podían aprender lo que él tan claro tenía. No hay que esperar de algo o alguién lo que por lógica no puede hacer o aprender.
Una piedra es una piedra. Tal vez con el tiempo se deshaga en tierra en la que se plante un rosa de la que salga una hermosa flor.
La palabra sagrada se oyó en su corazón cuando vió esto claro. No era el listón de Siddartha lo que estaba alto, era muy alto el listón que había colocado a los demás.
Su hijo, todos nosotros, estamos a disgusto en ese mundo, esclavos del Yo y por eso damos tanta guerra. Siddartha pensó que si él era el primero en aceptar esta conclusión y oir la palabra sagrada, los demás acabaríamos por oirla.
¿Nadie oye nada?
Om

No hay comentarios: